Las mujeres cargamos muchas cosas: expectativas, comentarios, comparaciones, estándares irreales. Pero también cargamos algo más poderoso: la fuerza de otras mujeres.
Cuando una amiga te dice:
“Ese vestido te queda increíble”
o
“Ese corte te resalta la cintura”,
no está hablando solo de moda.
Está hablando desde la empatía de quien sabe lo que cuesta sentirse bien en la propia piel.
Los tipos de cuerpo —rectángulo, pera, reloj de arena, etc.— no deberían separarnos.
Deberían unirnos.
Porque entre mujeres entendemos lo que significa pararse frente al espejo y querer sentirse más seguras, más auténticas, más nosotras.
Cuando una mujer aprende su tipo de cuerpo… se lo enseña a otra.
Así nacen los momentos mágicos:
• La amiga que te pasa un body que te define la cintura.
• La hermana que te dice “prueba este corte, te va a encantar”.
• El equipo de trabajo que prueba prototipos para que TODAS las siluetas se sientan representadas.
• La marca creada por mujeres que piensa en mujeres reales.
El conocimiento corporal no es moda.
Es sororidad.
Cada vez que entiendes tu forma, también ayudas a otra mujer a entender la suya.
Y eso es construir seguridad colectiva.
Porque cuando una mujer se siente bien con su cuerpo, las demás también ganan.
